Las mujeres estamos de suerte, cada mes tenemos la buena excusa de poder retirarnos: la regla. De niñas nos escaqueábamos de la piscina, a veces incluso de hacer deporte, de más mayor relegábamos nuestros malhumores y dolores de cabeza a la inminente menstruación. Pero en vez de aprovechar de las señales del cuerpo y replegarnos en nosotras mismas recuperando así energía y confianza en nuestro ser nos empezaron a enchufarnos medicamentos para poder continuar funcionando como si de una época normal se tratase.
La regla va y viene, como la marea, como la luna... y por esto debe de haber espacio también para una época de desconexión del exterior y de conexión con nuestro interior. Para ello, en poblaciones antiguas las mujeres se reunían fuera del pueblo/acampado no porque se expulsaban, sino para recuperarse en tranquilidad. Hoy en día, la vida moderna nos lo hace difícil, pero no imposible, retirarnos una vez al mes. Si no se puede hacerlo físicamente – desaparecer del núcleo familiar unas horas o, mejor aún, uno o dos días – os invito a hacerlo emocionalmente.
Alguna propuesta:
- pasar el día en casa de una amiga
- desconectar el teléfono móvil
- delegar la cena a la pareja o a los hijos
- dejar un día la cocina/la casa tal como está
- hacer lo mínimo indispensable en el puesto de trabajo, intercalando muchas pausas
Y como último, muy importante: celebrar la regla, cada vez que nos baja, es señal de que somos fértiles, que podemos crear vida. Muy importante para todas aquellas que se acercan a la menopausia: no dejéis de celebrar la menstruación. Cada mes podría ser la última vez…